domingo, marzo 16, 2008

¿ HAY UNA POLÍTICA POBLACIONAL EN LA ARGENTINA?

En enero fuimos a Bariloche en auto. Hicimos 4-5.000 Km. Una impresión, que me caló hondo, es que la Argentina, cercana al segundo Centenario, sigue siendo un desierto despoblado. No es una exageración. Somos unos 40 millones de habitantes (39.765.613 est.) en un país de una superficie cercana a los 3 millones de Km2 (2.791.810 Km2) La India es un poco más extensa con 3.3 millones de Km 2 pero con una población de 1.100 millones de personas! Tienen una densidad de población 20 veces mayor que la nuestra (14 vs. 318 hab/km2) Tenemos un “exceso” de tierra, agua, y otros recursos naturales que, tal vez, algunos de los 6.000 millones de cohabitantes de este planeta codicien... y pensar que serán 9.000 millones a mediados del siglo!

El genial humorista Tato Bores imaginó en sus últimos programas que la Argentina había desaparecido. ¿ Puede desaparecer la Argentina? Sí, las naciones pueden desaparecer y a veces súbitamente. Basta comparar un mapamundi político de hace unos años con uno actual. ¿ Dónde están la Unión Soviética, Yugoslavia y tantos otros? ¡Desaparecieron sus banderas, himnos, monedas e incluso, a veces, hasta su idioma!

¿ Quién puede asegurar que la Argentina no corre riesgo de desaparecer si continua su decadencia, la macro encefalitis porteña, y la concentración de su población en una angosta franja del litoral? ¿ Qué podemos hacer al respecto? ¿Hay una política poblacional en la Argentina? ¿ Cuál debería ser?

¿Qué opinas?

lunes, marzo 10, 2008

¿EL COLESTEROL ES BUENO O ES MALO?

Los cardiólogos consideran que disminuyendo la colesterolemia, concentración del colesterol en sangre, disminuye el riesgo de infarto. El colesterol se sintetiza en el hígado y es útil pues forma parte de las membranas celulares y es precursor de la vitamina D, de ácidos biliares y de hormonas esteroides. El estudio Framingham demostró en 1977 que el colesterol total no era per se un factor de riesgo. El colesterol es transportado en la sangre por lipoproteínas de las que hay dos tipos predominantes: de alta densidad (HDL) y de baja densidad (LDL). El primero correlacionaba inversamente con la enfermedad por lo que se lo llamó “colesterol bueno” y el mote de “malo” le quedó al LDL. Esta simplificación y otras evidencias indirectas generalizaron la idea de que convenía bajar el colesterol LDL. La industria farmacéutica desarrolló medicamentos como las estatinas que inhiben la síntesis del colesterol, bajando su nivel en circulación y disminuyendo el riesgo de infarto. Sin embargo, las estatinas no son inocuas pues tienen efectos indeseables que en algunos casos han sido responsables de muertes, lo que llevó al retiro del mercado de algunas de ellas. Estas drogas han generado un inmenso negocio mundial de 40.000 millones de dólares. Hay quienes consideran que la industria ha influido, indebidamente, para que la colesterolemia “aceptable” sea cada vez más baja, como la Dra. Marcia Angell, ex editora del New England Journal of Medicine, en su libro “ La verdad sobre la industria farmacéutica: cómo nos engaña y qué hacer al respecto”, Grupo Editorial Norma, ( ver reseña en Rev.Méd.Rosario 71:104-106, 2005). Más recientemente se introdujeron nuevos medicamentos como el torcetrapib que aumenta el HDL y baja el LDL.

Sin embargo, recientes noticias en la prensa internacional (The New York Times, 27/01/08 y Corriere de la Sera, 07/02/08) alertaron de dos estudios independientes que contradicen el consenso que estigmatiza al colesterol LDL.

Uno de los estudios, llamado ILLUMINATE, involucraba a 15.000 pacientes y usaba torcetrapib en combinación con una estatina, atorvastatina. Como control se usó la estatina sola. La combinación de ambas drogas resultó eficiente en mejorar el cociente HDL/LDL. Sin embargo, el estudio fue interrumpido abrupta e inesperadamente al cabo del año (Arteroscler.Thromb.Vasc.Biol., 2007:257-260) pues los efectos adversos, incluyendo un exceso de muertes (82 vs. 51 del control), superaban los beneficios.

En realidad ya en el estudio Framingham se señalaba que un elevado porcentaje de personas que sufrían infartos tenían bajos niveles de colesterol LDL cuestionando, por lo tanto, que fuera el agente causal.

Se requiere pues chequear más rigurosamente las hipótesis vigentes sobre la relación del colesterol con la enfermedad cardíaca y buscar las causas de la misma dado que la regulación de la síntesis y transporte del colesterol y su relación con la formación de ateromas no se conoce adecuadamente.